Creación Literaria

Sobre el verano, la ola de calor y las fechorías (literarias) que nos esperan

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Sobre el verano, la ola de calor y las fechorías (literarias) que nos esperan

humorliterarioIba a empezar este post de una manera muy sonora y rimbombante, hablando sobre todo de la claridad que es necesaria para escribir un determinado tipo de cosas, es decir, todas las que escribes a lo largo de tu vida aunque las pretensiones finales que tengas sean mínimas y he caído en la cuenta de que cuando estás medio deshidratado y vírico es difícil ponerse a ello e intentar ser lo que eras en perfectas condiciones de uso y disfrute creativo. Recuerdo cuando tenía tiempo de sobra para regalar, aunque regalar el tiempo me parece el mayor de los pecados y recuerdo también cuando sentía que me faltaba algo permanentemente y no sabía lo que era y pensaba que a través de la literatura llegaría la iluminación definitiva. Nada más lejos de la realidad, la literatura ni ninguna otra arte marcial creativa es capaz de iluminar las trascendentes dudas interiores por muy claras que están sean, y menos cuando albergan toda la complejidad de la existencia.

Y ahora, que se ha quedado buena mañana pese al sofocante calor que nos asola estos días pasaba fundamentalmente por mi blog para deciros que me siento muy feliz por varios motivos, el primero de ellos ha sido la increíble noticia de que unas amigas están embarazadísimas y a este respecto emplazo a las editoriales de nicho LGTB a que se animen a recopilar el testimonio de parejas LGTBQ que lo están intentando y lo han conseguido, o lo han intentado una y otra vez infructuosamente para que su testimonio puedan aportar algo bonito a esta sociedad. Quien dice aportar, dice regalar, dice sembrar, dice aclarar… No os imagináis la cantidad de chicas que se nos acercan a Raquel y a mi pidiéndonos que les contemos nuestra experiencia. Si hay personas interesadas en leer las vivencias de otras personas a eso, me da igual lo puristas que sean algunos, se le llama literatura. Literatura que contesta preguntas, que da referentes, que aporta algo positivo a esta sociedad.

reinlesscover

Otra noticia que quería daros, Dios mediante, es que ya se encuentra disponible, tanto en formato papel como en electrónico la traducción de Sin Control a Inglés (Reinless), en este sentido solo puedo dar las gracias, hasta el infinito y más allá, a la persona que lo ha hecho posible, puesto que sin su esfuerzo y cariño, sin su persistencia, esta primera novela que no tenía pretensiones de nada no podría leerse por más de la mitad de la población terráquea. Ahora lo guay sería traducirla al Chino y ya hacemos hattrick completo!! Bromas aparte, desde aquí te mando un beso enorme, Sandra, por este maravilloso regalo. Si estáis interesados podéis encontrar el libro en papel, en electrónico y también descargarlo a través de Kindle Unlimited. Estamos muy interesadas tanto Sandra como yo, en conocer vuestra opinión sobre esta traducción, así que adelante, meteros por ejemplo en GoodReads que es gratis y disparad.

Para los rezagados os recuerdo que El libro rojo de Raquel está libre de gastos de envío hasta el 31 de agosto (ver condiciones en la web de la editorial). Aprovechad este infame calor para meteros entre pecho y espalda un novelón erótico y así poder implosionar a gusto, vamos que no se diga por ahí que no os he facilitado un buen calentón literario.

ellibrorojoderaquel

Por lo demás, entre bibe y baño y gateo, retomo el SpinOff de Siete Tentaciones (98 paginas y rematando) que teníamos pendientes, ustedes y yo. Después de eso, solo el tiempo (que ya no regalo porque lo invierto en lo que de verdad importa) y el destino y las ganas y el café con leche por la mañana determinará cuál será el siguiente paso creativo… si es que esta ola de calor y todas sus primas hermanas que han venido a vernos este verano, nos deja con vida hasta la próxima era glacial.

Besos desde el infierno. Sed malos!!!

La arboleda

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En los árboles quedaron, atrapadas las infancias
De los que huyeron buscando un futuro
Ocultas en semblantes de esperanza
Quedaron solas, atrapadas las infancias.

Sobre el otoño dorado
Que caía en la arbolada
Descubriendo ramas desnudas
Nervudas
Y dilatadas.

Se despidieron trazando el conjuro
Aquella madrugada
El mismo que otros años
Dejarán otras miradas.

En los árboles quedaban atrapadas sus sonrisas
En las hojas las palabras
Que sin querer decir decían
Todo lo que sus bocas callaban.

Allí quedó su aliento
Allí en aquella arbolada
Tras cada recreo fugitivo
En los senderos del bosque, que siempre rondaban.

Y no pensaron en el dolor
Y no pensaron que tras la arbolada
Y no pensaron que el trasiego de los años
La tibia corteza resquebrajara.

En los árboles de ese parque
En las gotas de esa mañana
Grabaron en piedra corazones
Y en corazones grabaron esperanza.

Sobre las hojas marchitas el tiempo
El dolor se resbala
Dando paso con cada latido
A las personas del mañana.

Sobre la mansa noche
Sobre la fresca madrugada
Sobre las promesas que se hicieron
Al llover se desdibujan.
En pequeños recuerdos
Mínimos

Como las mañanas,
Que pasan volando sin saber
Sí volverás a tocarlas.

Release

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arena

Me soltó las manos y me abrazó con fuerza.

Me soltó las manos y me dejó quererla.

Me soltó las manos y replegó su vela.

Me soltó las manos y festejó entera.

Y empujó su cuerpo, me empujó a la acera.

Me dejó desnuda, me dejó despierta.

Y quedé tumbada, y quedé abierta

Me dejó sin luces, me dejo sin penas.

Me pidió un beso

Me pidió sin fuerzas

Que no me marchara

Nunca de su vera.

Me soltó las manos,

Me soltó las velas,

Me quitó grilletes

mordió mis cadenas.

Me soltó las manos, sin que yo supiera

que por su mirada

me moría entera.

Resaca posht -Presentación

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Banner Books

Pues ya estamos a lunes. Lo primero de todo quería daros las gracias a todas aquellas personas que hicisteis el esfuerzo de venir a nuestra presentación el viernes, también trasladaros nuestro agradecimiento a aquellos que salvando las distancias hubierais querido estar con nosotras pero por un motivo u otro os resultó imposible. Somos conscientes de lo cerca que estamos en el mundo virtual y lo lejos que podemos llegar a estar los unos de los otros en la vida real.

Comentaros a todos los que no pudisteis venir, que existe un vídeo de la presentación, en el que salimos espectacularmente radiantes, guapas, atractivas y divertidas pero es tan largo que nos estamos planteando hacer un DVD con temporadas y capítulos. A título personal tengo que decir que el viernes me sentí muy cómoda y que tal vez, este hecho, me anime un poco a romper ese miedo escénico que arrastro desde hace varios años a hablar en público y haga que me lance como una posesa a más actividades de este tipo. Igual me presento al casting de carcelaria de la nueva temporada de OINTB… no prometo nada.

 

De momento hasta que podamos subir el diferido de la presentación a la red de alguna manera, os dejamos con la entrevista que nos hicieron en el viernes, por si todavía no habeis podido escucharla.

 

Entrevista en OndaArcoiris a Raquel García Iñiguez 

las-andanzas-de-lara_0 Ir a descargar

 

Entrevista en OndaArcoiris a Mónica Martín

el-libro-rojo-de-raquel_0 Ir a descargar

 

Por aquí os dejo unos enlaces para poder adquirir los libros, si eres del tipo: «Lector ansioso» te recomiendo que vayas a tu librería más cercana con el ISBN de  cualquiera de ellos y solicites allí que los traigan… Si eres más urbanita y vives en Madrid o Barcelona pásate por Complices, Antinous, Berkana, Enclave de Libros, Tipos Infames, Different Life o la casa del libro (here & here)

 

Buen verano. ¡Sed malos!

 

 

Trademark

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trademarkAhora debería estar concentrada en el nuevo trabajo que tengo pendiente, ¿cómo una puede tener un nuevo trabajo pendiente si el trabajo que tenía hasta hace quince días era el que debería, en este momento y no en otro ser el foco de atención? Fácil, hay que enfocarse. Enfocarse en teclear una palabra y después otra y más adelante, puede que en ese universo paralelo que imaginamos que son las cosas, dejar que el estilo se vaya o vuelva o haga las dos cosas y se encuentra una, que no otra que no es una, haciendo una cosa distinta a la que estaba haciendo.

Y que le permite satirizar sobre lo que le rodea desde que era chiquitita y las cosas le hacían más o menos gracia. Satiriza porque sí, porque puede. Y no sobre nada o nadie en particular sino sobre lo que lleva viendo con sus dos ojillos desde el principio de los tiempos y ahí, en ese punto, se ve fuera de la zona de confort literario. Se ve arriba de las letras que escribe, que no abajo y nada vuelve a ser a lo mismo. Porque la banalidad le otorga el poder de fraccionar su estilo como le plazca. Y ya no siente la presión de hacer algo serio, pero si la satisfacción de haberlo terminado.

Dije el viernes pasado que para mí un libro comienza a escribirse justo en el momento en el que uno – o una, vaya– empieza a imaginar que lo escribe. Lo mismo pasa con los relatos, y con los poemas, son todo lo mismo. Sentimientos que en algún punto de tu cerebro se transforman en palabras. Que se puede hacer con mayor o menor pericia, que si, que estamos seguros de que lo ponemos todo en el traductor de nuestra cabeza cuando nos ponemos a ello, que si. Que se puede traspapelar la minoría absoluta de las cosas en tu cabeza y de pronto encontrarte frente a un grupo de personas que te escuchan atentamente mientras intentas explicar : que el libro nace no se hace y que es el derecho y la obligación del escritor defender su trabajo. Hacer las cosas como quiera, porque se puede vivir a base de trademarks, mínimas ideas en la cabeza, sentimientos encontrados, registros emocionales y favores personales. Pero de quién siempre nos acordamos fue de la persona que nos fue honesta y nos dijo la verdad sobre lo que lo estábamos escribiendo. Se puede vivir a base de la ilusión de que vas a hacer una cosa y sabes que otra cosa muy distinta es que sabes que la haces. Dónde sea. Porque eso dentro de cien años no importara demasiado, eso dentro de cien años serán meras anécdotas que una quería decir y que no dijo o que traspapelo en algún punto de su cerebro, en el momento en el que quiso empezar a calentar los dedos y escribir y solo encontró el granizo de una tarde fría en un verano raro, rarísimo, en el que tenía demasiado tiempo libre para poder cambiar de registro, de personajes, de idea, de Smoking.

¿Sabéis lo que son las palabras para un escritor? Las palabras lo son todo. ¿Y los silencios, lo sabéis? Los silencios significan todavía más que las palabras y que el orden que se le dieron al traspapelarlas.

Por si no quedó claro lo del viernes, que el libro se escribe al pensarlo y que la habilidad del escritor se mide al plasmarlo en el papel.

Y ahora me vuelvo a lo mío, pues eso, a escribir.

Mi granito de arena

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granit_arena

 

 

 

 

 

Mi granito de arena

mi pedazo de tiempo
mi señuelo de vida
mi sueño despierto.
Mi granito de arena
con sus posibles lamentos
y sus alegrías
y sus aciertos.
Mi granito de arena
mi pequeño desierto
mi playa desnuda
mi corazón abierto.
Mi granito de arena
Mi granito incierto
Mi luz sin vela
Mi barco velero.
Mi granito de arena
Mi granito, te siento
Me quedo callada
Te espero  sonriendo.

ApocaliToII

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hombre barba ojoEsteban desanda el mismo camino que todos los días. Acaba de aparcar el coche frente a la iglesia de ese barrio nuevo en el que comenzó a trabajar hace unos meses. Ya es Otoño. Otoño cerrado. Van cayendo hojas de color ocre heladas unas al lado de las otras. Pasa un día y después otro y Esteban concluye que al final, la mejor opción de todas para no morir congelado cualquiera de estas mañanas, es dejarse barba. Es moreno pero, tiene unos mechones pelirrojos en la barba que hacen que parezca interesante. Años atrás cuando comenzó a salirle el vello en el mentón algunas de sus amigas se reían de él. Le decían “¡Anda! ,si tienes canas en la barba” y él escondido tras sus comunes y vivarachos ojos marrones contestaba que no, que él no tenía canas en la barba. Con el tiempo fue descubriendo que sí, que eran una especie de canas pelirrojas que le hacían apetecible ante mujeres más mayores que él. Cuando quería atrapar a alguna en su tela de araña se dejaba barba, las miraba profundamente y guardaba silencio para que pudieran hablar de lo que quisieran. Era algo que casi todas apreciaban mucho, que tuviera la capacidad de escucharlas. Casi nunca daba algo de él. No le gustaba que supieran nada de sus costumbres, de su trabajo, ni de sus rarezas y era ese halo de misterio que levantaba en torno a su figura, esa inaccesibilidad sobre su persona lo que hacía que, en parte, desearan penetrar en el Esteban más profundo.

Hoy, el Esteban más común de todos llevaba los ojos, con sus pestañas cortas y su color marrón tunecino, entornados para evitar que se colara el frío dentro de ellos. Se había prometido a si mismo no pestañear. Muchas veces se preguntaba que pasaría si un día por culpa del frío no pudiera volver a abrir los ojos. Un parpado pegado con otro. Él vivo y gritando sin poder gritar. Y quieto. Y ferozmente asustado. Y la oscuridad atrapándole en un mundo fluorescente que no podía ver. Y todo cuánto le rodeaba fundido en un blanco absurdo, repleto de escalas de grises gélidos y hielos sonoros que parten las calles. Pequeños semáforos que están a punto de cambiarse pero, que cuando lo hacen al minuto siguiente dan paso a un millón de coches que te embestirán en tu ceguera. Tú vivo pero ciego y así, hasta que consigas abrir los ojos y ver el mundo que te rodea. Los cristales con sus reflejos, los niños adormilados con sus padres camino de un colegio atestado de mandamientos y sin sabores, y las nenas, las nenas con sus faldas de tablas, heladas de frío, intentando no pegar una rodilla con la otra y quedarse también pegadas en esta muerte fría que recibe a Madrid por las mañanas.

Hoy, Esteban se mesa la barba. Para ordenar un poco su vello facial y así parecer mucho más guapo de lo que en realidad es, al pasar por la cristalera de la oficina en la que busca reflejarse. Se observa y quiere besarse pero no se encuentra el ombligo. Dirige su vista hacia arriba y ve una muñeca de pelo rubio, ojos cristalinos, piel blanca y brillante, la misma que cada día vuelve a mirarle con expresión de cansancio y hastío en sus ojos y, al mismo tiempo, con la esperanza de encontrar en sus canas de color pelirrojo algo que la saqué de esa pecera. Piensa: “Debería correr” . Y esconde un poco su tripa. La sonríe con la fortaleza del anonimato a sus espaldas. Se pregunta como será escuchar su voz. Se relame pensando en como podría conquistarla y escucharla y después alejarse para que no pudiera ver nada de él. Esteban siempre tuvo miedo de que al cerrar los ojos con el frío sus parpados se quedarán pegados pero, era evidente que el mayor de sus temores era abrirlos por completo y descubrir que las mujeres que tenía frente a él y que lo consideraban por su barba, o mediante ella, un tipo atractivo, terminaran poniendo en peligro su refugio interior.

Una vez se prometió a si mismo que si encontraba a la mujer perfecta la llevaría ese refugio y allí le enseñaría sus ángeles y sus demonios. Se desnudaría delante de ella totalmente para que pudiera ver a través de él, sin miedo a que por ello, también sus ojos se quedasen pegados.

A veces, cuando veía a aquella chica rubia mirarlo con ilusión desde la ventana se imaginaba a si mismo desnudo frente a ella, sin paraíso interior, y eso le hacía sentirse feliz durante unos minutos. Desnudo y erecto, aguardando a que su barba le creciera y con el pleno convencimiento de que, aunque eso sucediera, estaría a salvo. A veces, solo queremos escuchar que estamos a salvo y dejar de tener miedo de todo cuánto nos rodea.

Desvía su mirada, y ve venir hacia él un padre y su hijo. Un Niño muy pequeño que no debe tener más de cinco años y que camina apurado de su mano. Van muy deprisa. Esteban oye la sirena del colegio y se sonríe. Llega tarde. Cada mañana cuando está frente a la ventana de la chica rubia oye la sirena del colegio de al lado. Ambos aceleran el paso y entonces se da cuenta de que el sonido que llega hasta ellos es más intenso de lo que normalmente es y de que, sin saber, muy bien por qué, comienza a repetirse en intervalos de la misma duración. La sangre se le para en el cuerpo cuando cruza sus ojos con los del padre del chico y ve en ellos el miedo. Coge a su hijo en brazos y sale corriendo. Esteban paralizado toma nota mental de su estilo de carrera, casi no despega los pies del suelo, casi no avanza pero, es evidente que en su impotencia y su orondo instinto de supervivencia, intenta escapar de algo que les acecha. El suelo bajo sus pies comienza a temblar. Mira al cielo por encima de ellos. Una luz convierte cuanto les rodea en una burbuja blanca que lo ciega todo. Fluorescente. Esteban aprieta los dientes. Cierra sus ojos. Y se echa al suelo esperando el final, un estruendo tremendo, la trompeta de los jinetes del apocalipsis, un explosión encima de su cabeza, la película que debe pasar ante todos nosotros cuando estamos esperando morir pero, todo lo que siente es una vibración sin apenas ruido que le produce nauseas. Debajo de él, el suelo sigue frío. El cielo continua siendo azul. Se da la vuelta en el suelo para ponerse boca arriba y poder respirar. Se felicita al darse cuenta de que aún está vivo. Se palpa el cuerpo y se encuentra todo, las piernas, los dientes, el pene y la barba, sin embargo, algo es sumamente distinto a como es cada día. Al principio no puede reconocer la diferencia porque todo parece seguir igual pero, al minuto cae en la cuenta, de que todo cuánto le rodea está en silencio.

ApocaliTo (I)

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Nancy recaricatura de mujer, rubia 165527coloca el cuerpo en la silla frente a su jefa. Con su melena rubia y sus impolutas uñas rojas, parece un maniquí de unos grandes almacenes que se haya fugado presa de un ataque de pánico ante una horda consumista que quiere, si o si, terminar con el verdadero espíritu de la navidad. Se nota triste. Se sabe triste. Su piel nítida y perfecta parece un cristal en el que cualquiera podría reflejarse. Casi nota los alientos de los niños pegados a su cara, transpirando la ilusión de que estas navidades le traigan un helicóptero volador. Un helicóptero volador WOW.

Para ir hasta el patio vecino.

Para subir muy alto.

Para caer después y estrellarse en el suelo.

Se pasa la mano por la cara, intentando limpiarse esa condensación. Alientos, gotas de sudor, parecen ser la misma cosa.

–Tengo más de diez horas extras acumuladas– En tono de enfado le dice a su jefa. Ella, anodina y molesta por cada vez que le recuerda cuánto trabaja, lo bien que lo hace y todo lo que le debe, asiente con cierto desdén. Un desdén que no es lo bastante ofensivo para provocar que Nancy se levante y abandone la oficina pero, resulta violento. Suavemente violento. Tiene implícito ese tipo de protesta que pone en evidencia hechos que no son solo hechos, sino hechos flagrantes.

–Ahá–Contesta –Ahá–. Y continua con su tarea, con la nariz metida en su pantalla. Buceando entre los correos que todavía no ha leído. Sorbiendo su taza de café tranquilamente.

–Y ya van tres semanas así–. Nancy insiste. Se le arrugan las cejas, la frente, las comisuras de los labios, casi parece que va transformándose lentamente en Carrie, el personaje de moda. No puede imaginarse bañada en sangre porque su perfecta y cristalina piel sufriría irremediablemente. Piel de porcelana pero memoria frágil, ya casi no recuerda cuando fue la última vez que salió de casa para ir a otra parte que no fuera esa oficina o cuando fue la última vez que miró a otra persona que no fuera ella. “Es tan vulgar” piensa. Mírala, ahí. Metida en su propia carne. Con media vida malgastada entre estas cuatro paredes. Esa estúpida creencia de que el mundo gira alrededor suyo y el mundo no gira alrededor de nadie. El mundo no nos necesita. Piensa que está ciega y que le está dejando ciega a ella y el sudor de su frente se vuelve frío.

Mira hacia la ventana. Esta mañana había una capa de escarcha en el suelo que hacía que los tacones resbalaran. Se pregunta cuando fue el momento en el que dejaron de echar sal. Ve algunos niños con sus padres, tan pequeños que no levantan un metro del suelo. Adormilados caminan hacia el colegio agarrados de sus manos, enfundados en gorros de lana que casi no les permiten respirar. Con las manos cubiertas por manoplas o por guantes que tienen en cada dedo un muñeco. Cargar con esas pesadas mochilas. Cuando los ve piensa que parece que se van a ir de casa un mes pero, no. Seguramente antes del mediodía hayan regresado a su tranquilo y seguro hogar. Ve la rabia de tener que dejar la cama caliente en alguno de ellos.  Piensa en lo que va a sufrir en la vida ese niño que no está de acuerdo en dejar su cama caliente y lanzarse al frío amanecer en busca de un futuro. Es pronto para plantearse nada, y sin embargo, resulta tan molesto.

Al fondo del parque ve al chico de la barba cruzando por la tierra. Cada mañana acorta la distancia pisando el césped. Cada mañana se llena los zapatos de rocío y mira hacia su ventana y sus ojos se encuentran. Hace dos semanas que empezó a sonreírla cuando la veía pegada al cristal. Hoy se detiene un poco, parece que está enfocando la ropa que lleva Nancy.

–Nena –. Le dice su jefa –A las diez tenemos visita–

Y Nancy suspira hondamente, mientras las hojas del otoño van cayendo, cada una a su rítmo, a una gris y aplomada calle….

                                                                                                                                                                                                                                  […Continuará…]

Blogilidad

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CafesoloBNPienso en una vida sin ti y se me hace tan insoportable. Imagínate. Levantarse por las mañanas y no poder olerte mientras duermes. Buscar entre las sabanas y solo hallar un vacío, un enorme pozo frío, lleno hasta el borde de soledad. Luego bajar al suelo y buscar la prensa, una taza de café, mis zapatos de estar en casa, alguna cosa que me hable sobre ti.

No tengo más remedio que sentarme aquí a confabular con otros seres humanos la forma de invadir aunque sea una pequeña parte de las ínsulas que nos rodean. Con mis piratas he convenido en que debemos hacer la entrega silenciosa, dar poco a poco algo a los que nos rodean para que el resto puedan recordarnos. Entraremos en las casas por las noches, cuando otras camas y otros sueños estén llenos de nada y allí quedará lo nuestro: el esperma caliente de un amante furtivo.

Serán nuestras palabras, los relatos que hicimos, los micro cuentos que le dimos al “todo” lo que nos devuelva algo. Perdonad mi ausencia, he estando tan ocupada. Soñando las vidas de otros, viviendo las vidas de otros, queriendo ser parte de otros que ya casi había olvidado lo más importante. Dónde nació todo esto. Lo que me habla sobre ti, cuando tú no estás.

Vamos a conquistar el mundo. Sorberemos cada uno nuestra taza, llena de pensamientos mágicos que trasladarán algún evento cotidiano hacia el “todo” de los demás, solo para que alguien que está leyéndonos en un solitario café, o playa, o apartamento a kilómetros de aquí pueda sonreír mientas apura su copa invasiva de palabras. Siempre me han hecho gracia las películas en las que varias personas, alrededor del mundo se conectan a un solo sitio a leer y sonríen.

Solo sonríen pero, creo que a veces, eso es suficiente.

Si estás en Londres en un café y echas de menos tu casa, escríbeme.

Si estás en Madrid y vas camino de un trabajo que se te hace insoportable, escríbeme.

Si estás tomando el primer desayuno de la mañana y esto te hace sonreír, escríbeme.

Si estás a punto de dejar a tu novia por tu amante y juntas os reís en la cama, escríbeme.

Si no te leiste mis libros, porque te parecía una imbécil, da igual, tú escríbeme.

Si fui alguien para ti pero ya no te recuerdo, escríbeme.

Si fuiste alguien para mi pero tampoco me acuerdo. No importa, escríbeme.

Si estamos a punto de vernos y antes nos miramos con otros ojos, tú, no dudes, escríbeme.

Si vienes a este sitio esperando que invada tu ínsula, está bien, escríbeme.

Si todavía no sabes porqué estás aquí, si. Escríbeme.

Pienso en una vida sin ti y se me hace tan insoportable, no por como pasan los días o las horas o los minutos, sino por como lo hacen los silencios que me hablan sobre ti cuando tú no estas. Lector. Bloguero. Parte de esta comunidad enredada en la que sujetamos nuestros sueños. No dejes de sonreír cada mañana mientras tomas el café y de buscar entre todas las opciones, siempre la mejor, ya sabes. Café con leche y un poco de “Blogilidad” .

La ternura de un domingo

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estacion

Los domingos son los días de las despedidas. Los días en los que la gente va a los trenes y los aeropuertos, a las estaciones de autobuses, con la mochila colgada del hombro y espera. Espera a que el sol se vaya y a que llegue el maldito tren, el maldito autobús, el maldito avión que les devolverá a una rutina que odian. Lo sé, porque durante mucho tiempo tuve que coger un tren que me dejaba a cuatrocientos kilómetros de mi casa, para volver a ella cinco días después. Recuerdo la tristeza que despertaban en mi las esperas y los domingos. Recuerdo como ese simple hecho cambió mi vida de una forma que no podía imaginar, y es que, en el trasiego de ir y venir, comencé unos diarios en los que contaba como estaba enamorándome en secreto de una amiga. Fue esa escuela, esos viajes en tren, esos momentos en los que me sentí en soledad y desarraigo, en los que descubrí dos cosas sobre mi misma, la primera que estaba conociendo el amor de una manera que no había imaginado y la segunda que me gustaba escribir, y releer lo que escribía, porque ello me daba formas de explorar mi interior que hasta aquel momento no conocía.

Hoy, han pasado unos doce años. Vuelvo a una estación de tren. Allí no tengo mochila pero también me despido. Aunque sé que no serán más que unos días. Tengo lágrimas en los ojos, porque me resulta duro volver a sentir el desarraigo de nuevo y porque la estación está llena de gente que va y viene, que también escribe sus cosas y que espera a que llegue el maldito tren para sumirles en una carrera que a lo mejor no es la que les hace más felices. Tengo lágrimas en los ojos, porque resulta que la vida es así, y cada vez que visito una estación de tren y tengo que despedirme de alguien pienso, que a lo mejor no vuelvo a verlo y eso me parte el corazón. Me hace cuestionarme si somos conscientes de la fragilidad de nuestra propia existencia, de nuestro propio tiempo. Hace que me estremezca, en parte porque hiela, en parte porque no cae una gota de lluvia en las despedidas y en parte, por lo absurdo de las despedidas en las que recordamos al que se va, que revise sus billetes. Para que se asegure bien de no perder el viaje, aunque este viaje nos despierte una melancolía que en el fondo, no tiene ninguna explicación lógica pero, que duele.

“Revisalo bien. ¿Lo llevas todo?” Decimos temiendo que en ese mundo desconocido al que va no haya de nada y al acabarse el mar, una enorme catarata lo engulla y desaparezca para siempre.

Y en ese miedo, nos quedamos, haciéndonos muy chiquitos. Temiendo que tras esas largas horas de espera, nunca más vuelva a la estación en la que lo dejamos.

Odio las despedidas. Odio los domingos que traen despedidas.

Odio las lluvias que no caen para despertarnos del miedo absurdo a que la gente que queremos desaparezca en una catarata gigante.

Pero llega, siempre llega el domingo, con cataratas y sin ellas. Con sus pesados minutos cayendo sobre nosotros y nos toca separarnos. Salir despedidas cada una a su sitio. O a su lecho, o a su conformista y burgués existencia, en la que habrá lunes y frío y parques llenos de niños que echan de menos a sus padres. En la que habrá recuerdos de orgasmos, todos ellos sin culpa y de besos, llenos de amor, de deseo, de sexo y de futuro. Saciados del fin de semana, un tiempo en el que fuimos libres y no tuvimos puesta la ropa.

Habrá domigos y lunes, aparte de estaciones y resacas de obras de Teatro estupendas y mochilas llenas de Croisants de chocolate para el camino. Habrá un tiempo para estar con la gente que se quiere sin plantearse otra cosa más que es estupendo continuar juntos y es mejor que lo disfrutemos, porque puede que al día siguiente, por ejemplo un Martes, nos toque volver a una estación de tren repleta de gente que va y viene, todos con sus “cosicas” por dentro que se desarman y entonces, nos arrepintamos de todo el tiempo que perdimos pensando que “eso” -ir hacia ninguna parte- es lo que tocaba.

 

 

Tomas Falsas

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Continuo con mi trabajo a tiempo parcial de escritora imaginaria. Cuando el mundo real en el que tengo que sobrevivir me lo permite, voy avanzando con mi nuevo trabajo. Sigo teniendo un miedo enorme al contenido del libro, de momento solo se lo he permitido leer a Raquel. Todavía estoy dudando de qué hacer con él , no porque tenga dudas de la calidad de lo que estoy escribiendo sino porque es algo diferente a lo que yo había hecho hasta ahora y eso me sumerge aún más en la categoría de lo raro, diferente y difícil de encasillar. No quiero levantar falsas expectativas. En este libro, de contenido principalmente erótico pero, también sensorial y repleto de juegos mentales que se proyectan transversalmente englobando distintos géneros literarios desde la narrativa al cuento pasando por el realismo mágico,… -cojo aire- hay cabida para todos y cuando digo para todos, es para todos.  Eso mola. Lo que no mola tanto son las imágenes que se vienen a tu cabeza y crees que son potentes y pueden encajar en la historia y después de un rato trabajando en ellas no te cuadran. Siguen pareciéndote hermosas pero, no para este libro o para este momento o para esta historia.

Me parecía una pena que se perdiera en el mundo de las “Tomas Falsas Literarias”, por eso he decido compartirlo con vosotros:

jzzbnb

“ Nuevamente estamos en este sitio. En el lugar en el que nos conocimos y estamos enfadadas. Siempre ha sido así, o tú te enfadabas conmigo o yo me enfadaba contigo pero las cosas entre nosotras no podían naturalmente fluir. Ya no me cabe ninguna duda de que una turbia atracción rompe todo lo que podíamos ser y no nos permite ser nada, ni incluso amantes. Me miras a los ojos mientras discutimos con cierto dolor, con cierta ira que denota que sientes más rabia de la que deberías sentir por una simple tontería y te vas acercando a mí, otra vez, en la penumbra de ese sitio absurdo al que viniste para ver cómo era todo lo nuevo que venía, incluida yo. Pintada y semidesnuda.

Vas abriéndote camino para colarte entre mis piernas, porque a pesar de odiarme con todas tus fuerzas no puedes resistirte a tenerme cerca. Necesitas mi contacto y todo lo que mi contacto te da. Sabes que no hay otra sensación igual en el mundo, sé que no hay otra sensación igual en el mundo pero, ya da lo mismo. Todo está perdido. Estamos condenadas a odiarnos. En la distancia de no entendernos, es que nos tenemos que odiar, no queda más remedio.

Te retiras el pelo, tu liso y brillante pelo, para dejar paso a mis palabras, a ver si al fin consigues entenderme pero, yo solo emito sonidos iracundos a tus tímpanos. Grito. Sin cuerdas vocales que aguanten tanta rabia. Tengo tantas cosas por reprocharte, tantos finales inconclusos, tantas fueron las veces que te marchaste con otra que ya no tengo tiempo escondido en mis bolsillos para comprenderte, ni para perdonarte. Cómo voy a perdonarte si ni siquiera sé porque estoy enfadada contigo. Siento tu aroma entrando en mí y eso me enfurece más todavía, quiero empujarte porque creo que te deseo más de lo que me gustaría, porque esto que tenemos que no sé lo qué es, se ha convertido en una moneda de cambio con la que nos pagamos por vernos y que en el fondo nos hace sufrir más de lo que nos merecemos.

 “De eso se trata” me dices

“De eso se trata”  Te digo

“Siempre se ha tratado de nosotras” Le dices a tu cuello

y entonces el mundo se para. Acercas tu boca a la mía y te hundes en mí. De pronto siento como a nuestro alrededor el mundo se ha detenido: la música, el ruido, la gente, el odio y parece que algo parecido al amor fluye en mis labios. Dejo que mis manos busquen tu cuerpo apretándolo contra el mío y sintiendo que por un momento todo vuelve a tener sentido. Tu respiración se agita, la mía se agita y nuestros ojos que antes eran el depósito seguro de los odios y los rencores inacabados, se conectan para decirse que puede que nos hayamos por fin encontrado.

 Me despierto, ya no estás entre mis brazos. Tu calor se ha ido. No puedo sentir tu boca cerca de la mía  y una tristeza a la que estoy preocupadamente acostumbrada me da los buenos días.”