Memorias de una Gordita

Dieta Pre-Navideña

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reyes_magosHoy iba a empezar hablando de los reyes magos, sí. Venía pensándolo por el camino, en cómo lo hacen para visitar todas las casas del mundo, cargados de veinte paquetes por vivienda con tres camellos ni más ni menos pero, de pronto,  me ha venido a la cabeza que son los trabajadores que más descansan en el mundo y han dejado de darme pena. Imaginaos repostar en cada esquina que pasáis cuando vais al trabajo y luego me he preguntado, sinceramente, cómo lo hacen para repostar en cada casa y no coger 100 kilos esa noche.

Tiene que haber una explicación lógica, claro está, tan sencilla como que no hemos explorado repartir regalos como deporte universal. Podíamos hacer una olimpiada de repartir regalos estas navidades, dejarnos alumbrar por las lámparas LED que han puesto en el centro de Madrid (o eso dicen en la radio) y con ello convertirnos en los mejores y más prácticos atletas del universo. Procurad no ir muy juntos y con ropa deportiva navideña, no vaya a ser que piensen que queréis rodear algo y os detengan.

 

Hemos superado las 42000 visitas en el blog. Muchas gracias. Dentro de poco, al final de año, se auto publicará  un post automático de WordPress en el que unos robots –muy Geeks y muy simpáticos- os comentarán que para conseguir las visitas de este año he tenido que hacer un esfuerzo superior a escalar el Everest. No les creáis, para mí esto no es un esfuerzo, es más, me resulta divertido hacerlo mientras pueda, seguir comunicándome con vosotros a través de esta ventana virtual mientras intento terminar de escribir mi próxima novela. Estoy por titularla así: “Mi próxima novela” . Creo que le daría un aire místico de atemporalidad muy moderno. Después, si lo hago, ponerle ese título tan hortera,  me compraré unas gafas de pasta negras como la protagonista de “The Orange is the new Black” y me convertiré en un icono de mi misma. Ya me veo corriendo con miles de paquetes de regalos por la gran vía, iluminada por esas lamparitas LED mega ahorrativas y con mis gafas pasta icono-clasticas…

Venga, no. Yo iba a hablaros de todo eso, de lo absurdo que es pero, prefiero hablaros de la necesidad acuciante que tenemos de hacer una dieta pre-navideña. Lo dicen las altas instancias, que nos apretemos más el cinturón. Hay que hacerlo, antes de que empecemos a regalar por encima de nuestras posibilidades y no podamos, después, ni recorrer cien metros en las olimpiadas navideñas. Yo quiero recorrerlas aunque me apaleen. Me hace ilusión ser una gordita feliz que va corriendo por las tiendas, activada por mi impulso capitalista, hacia ninguna parte, solo con el objeto de llenar las calles, esas calles que algunos quieren que permanezcan silenciosas.

abeja¿La hago, no? La dieta pre-navideña, digo, ¿o mejor me espero a que pase la navidad? Verás, es que en mi época las cosas no eran así. Los Reyes Magos estaban delgados y los camellos eran Viejunos, de bajo presupuesto o sencillamente muy vagos porque a mí, y a mi hermanos y a mis amigos y a mis primos, nos traían calcetines y caramelos. Punto. De vez en cuando libros, que había elegido. Ese es un regalo impagable, de verdad, que siendo niño y gustándote leer, te regalen libros. Nos traían eso  y éramos felices como perdices. Apreciábamos todo con una ilusión que ni Marco cuando encontró a su madre. La verdad es que siento cierta nostalgia cuando llega la navidad, puede ser el frío o el hecho de que me he hecho mayor y eso me otorga la capacidad de ver cosas que nos rodean que no me gustan nada, como el hecho de que Marco o la abeja Maya estén en vallas publicitarias y que me gustaría que desaparecieran, por lo menos en lo que duran las fiestas. Lo siento, necesito mi infancia intacta o me convertiré en una desestructurada a la voz de ya.

Me he puesto un pelín nostalgi-icono-clastica, así que para compensaros por el hecho de que llevo cuarenta y ocho horas sin comer mazapanes, os dejo esta carta que un niño escribió a Santa Claus, sé que os va a divertir…

La trascendencia de las opiniones

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Una vez, no hace demasiado tiempo, alguien me dijo que no sería capaz de correr ni media maratón, ni un cuarto , ni una mitad de un cuarto, ni mil metros seguidos, porque tenía sobrepeso y falta de entrenamiento. Fue la misma persona que me dijo que para vender en total 20 libros al año que mejor que dejara de escribir. Hoy le quiero dar las gracias a esa persona porque ha sido su permanente visión negativa de las cosas la que me ha empujado a plantearme dos preguntas sencillas : ¿será verdad que no puedo correr?, ¿será verdad que no sé escribir?. No soy corredora profesional, al igual que tampoco soy escritora profesional(todavía) pero, ello no me impide hacer cosas que me gustan y me satisfacen y con ello descubrir que a mi alrededor hay otras personas que disfrutan con el hecho de que me cuide o de que escriba para ellos, porque si hay algo que tengo claro es que, a parte de escribir para mí, yo escribo para que la gente lea mis obras y disfrute con ellas. Que una persona haga el esfuerzo de ir a comprar tu libro, se lo lea y te escriba o te llame para decirle lo que le ha parecido, independientemente de que esta opinión sea buena o mala, es absolutamente impagable.

El pasado día 28 de febrero fuí a un acto que me había organizado la Biblioteca Almudena Grandes en Azuqueca de Henares, dentro del proyecto de Apadrinamiento a escritores noveles.Tengo que decir que anteriormente, claro que había presentado mis libros y había asistido a otro tipo de actos culturales pero, el encuentro que tuve con este público fue interesante, apasionado, constructivo y muy satisfactorio desde el punto de vista del escritor ya que lo único por lo que tenían interés era por la historia, a nadie le interesaba el debate que hay detrás de una obra lgtb sobre si estas deben estar o no en las grandes superficies, si verdaderamente estamos discriminados o no; solo querían hablar del libro, de los personajes, de la trama, del final, de la continuación de este, del estilo de la obra, de la inclusión del sexo explicito. Verte inmersa en un debate de tu propia obra impacta y mucho, es como ser un director de cine y acudir a una tertulia sobre tu película o serie. Sientes la pasión que despiertas en personas normales y corrientes que van a decirte la verdad, con mayúsculas, sobre lo que han leído, sin importarles un carajo si te va a gustar o no lo que vas a escuchar. Vas con los brazos y los oídos abiertos y es mejor que vayas así porque este es un acto necesario en la vida de cualquier hacedor de sueños, el contraste con una realidad que muchas veces nos maquillan.

A mí me hubiera gustado que esa persona que me preguntó qué para que escribía si con aquello no ganaba dinero, hubiese estado esa tarde presente y hubiera podido deducir lo mismo que yo. Que una escribe porque sueña y porque es bonito que al final de ese sueño alguien encuentre los mensajes oníricos que tú has ido dejando en tu camino.

Por cierto, ya corro cuatro kilometros sin parar… nunca dudes de tu capacidad de superación aunque el mundo entero te diga que no puedes si tú crees que puedes, seguro, que puedes.

Requiem por un Zueco

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De pequeña era rolliza, de adolescente fui ancha, cuando llegue a los veinticinco me definí como fuerte y ahora que ya paso los treinta he decidido asumir la realidad. Estoy gordita. No entro dentro del canon de las cadenas de moda que se reproducen en las grandes superficies y aunque no tengo ningún problema en hablar sobre mi peso o mi talla, al parecer estos supermercados que nos marcan las tendencias si que lo tienen, especialmente en cuanto a que cantidad de centímetros corresponden a mi tallaje, no se aclaran sobre si uso la 44, la 46 o la 48. Incluso este año he podido comprarme un pantalón de la talla 42, una especie que estaba en extinción en mi armario desde la última glaciación del globo terráqueo

Hace quince años me importaba. Salir de compras con mis amigas, pedir mi talla de pantalón, usar camisetas de tirantes, ir a la piscina, quedarme en ropa interior frente a ellas que lucían unos vientres planos espectaculares, e incluso simplemente llevar chanclas me hacía sentirme fea, desagradable, rara…. con el tiempo descubrí que esto era más producto de la atracción natural que sentía hacia alguna de ellas que un rechazo hacía mi cuerpo. Ahora estoy deseando quedarme en pelotas, me siento super cómoda, cualquier excusa me parece buena; el aire, los pájaros, este insufrible calor. He vuelto a verme en fotografías de aquella época. Hacía todos los días deporte, cuidaba más mi alimentación y estaba estupenda, apestaba a bollo a tres metros de distancia con ese pelo a lo Demi Moore en Gosth, pero estaba dentro de lo aceptable. No caeré en el tópico de que me follaría a mi misma, porque me respeto demasiado para hacerme ciertas guarrerías, pero era sin lugar a dudas era una opción muy aceptable para divertirte, carrete no me ha faltado nunca la verdad.
Hace quince años pesaba veinte kilos menos y en Zara no había talla para mí. ¿Lo puedes creer?. Creételo.
Ahora peso veinte kilos más y solo encuentro camisetas de animalitos en Lefties. Me veo mejor con una osita coronada en el pecho que sin ella, era eso por tres euros, o adquirir uno de esos blusones de señora mayor de estampados cromáticos imposibles y acabar con mi vida sexual de un plumazo. En serio, la camiseta de la osa me encanta, la relación calidad-precio es de lo mejorciro que he visto en los últimos diez años. Tres euros, dos lavados semanales, la he metido en la playa, la he mojado con cloro de la piscina, he sudado tinte pelirrojo sobre ella y tras cada lavado está cada vez mejor.
Así si, ves? Una puede ser gordita y verse guapa sin morir en el intento.
El caso es que ir de compras me recuerda a esa frase que lees en algún bar en el que te has parado a desayunar la de “Sea paciente está en España”, nooo, la otra, la de “hoy es un gran día, pero ya verás como viene algún gilipollas y lo jode”. Eso es lo que yo siento cada vez que voy de compras, especialmente si tengo que comprarme pantalones, que estos no lleven una goma atrás y si es posible que no me salga por sesenta euros la broma. Siento que se me empieza a agriar el carácter y se me va cortando la leche, no del presente desayuno sino el de quince días atrás, señores propietarios de las tiendas que poblan nuestros grandes almacenes, ¿ES QUE NO SE DAN USTEDES CUENTA DE QUE HAY MÁS MUJERES QUE USAN LA 46 DE LAS QUE PUEDAN USAR LA 38?, ¿Por qué siempre que me gusta algo no hay de mi talla y lo que hay de mi talla es tan espantoso que me dan ganas de tirarme al suelo y comenzar a llorar en posición fetal?.

Por cierto, alguien puede explicarme por favor, ¿cuál es el motivo de que a finales de Julio ya solo queden restos de Zapatos de verano y haya entrado la temporada de otoño?, ¿es que no tengo otra opción de calzado para este mes escaso que las chanclas de la piscina o unas botas de motorista?, ¿con qué se supone que tengo que salir a la calle cuando están cayendo cuarenta grados a la sombra?, unos zuecos asturianos vienen bien????, por que ya puestos a elegir, entre una botas de motorista, zapatos con cordones hasta el tobillo, chanclas de piscina y deportivas para correr una maratón, si al menos me calzo unos zuecos asturianos no habrá quien tenga pelotas a pisarme en el metro.

Pues eso, …. Sea paciente está en España.

El caso es que no había abierto esta sección para hablar sobre ropa, o si, tal vez un poco, sino para desahogarme con mis habituales sobre el tema de las dietas, el peso, los bañadores que van encogiendo misteriosamente de año en año…. y deciros, ¿os habíais dado cuenta de lo rápido que ha pasado todo este tiempo?.