London, ¿Take away?

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Hoy si estoy preparada para afrontar un nuevo día, semana, mes o año en el paro. No me digas que ha sido, tal vez el hecho de haber tenido un sueño que era imposible hasta para mí pero en el que me he creído capaz de hacer una cosa que hasta el momento nunca había hecho. Hablar en inglés. Dicen que viajar abre tu mente, es cierto. No solo la abre, hace que explote, que trabaje, que salga de la rutina y de la comodidad. Cambia el embotamiento por una dosis de cultura ajena, te hará bien.

Hoy he vuelto a casa, aquí había lo que deje: dieta mediterránea, sol, más de cuatro millones de parados y el típico, extrovertido y arrasador carácter ibérico. No hispano, no, ibérico, como el jamón de pata negra. ¿Quién dice que fuera no nos quieren?. No nos quieren cuando ponemos acentos, nos hacemos los chulos y nos reímos de una cultura distinta, pero cuando admites que no hablas inglés sino que lo destrozas y que por tu parte estas dispuesto a entenderte con una sonrisa en la boca la situación cambia y mucho. Intentan que les entiendas, que te sientas cómodo y que no te pierdas lo mejor de la ciudad en el camino por salvar las diferencias lingüísticas.

En mi corta estancia allí me he sentido bien tratada, excepto gloriosas excepciones como un dependiente de Harrods al que le faltó echarme los perros, mi encuentro con el mundo “London on the road” ha sido bastante satisfactorio, más que ningún otro país que haya podido visitar hasta el momento, será porque hay un rasgo de su cultura que me encanta. Son extremadamente educados. Allí nadie grita por las calles, nadie altera el orden público y nadie viene a increparte cuando coges un tren para que le des dinero. Cuando te empujan o te pisan te piden disculpas, si quieren pasar te piden disculpas, sino entiendes lo que dicen hablan más lento sin alterarse, sin encresparse, sin llamarte extranjero de mierda.

España es más alegre, más soleada, se come mejor pero en educación y en cultura estamos a años luz de ellos. La mayoría de las entradas a los museos son gratuitos, se promociona muchísimo el cine, el arte, la fotografía, los espectáculos visuales y la literatura. Cada vez que lo recuerdo siento que mi piel se encrespa, comprar libros es baratísimo, los estrenos valen 2, 3, 4 y cinco libras. Vi uno de mis libros favoritos (middlesex) y no me atreví a comprarlo porque sabía que sería incapaz de entender totalmente lo que leyera y eso me frustró, me frustró mucho.

Londres aparte de ser una ciudad cosmopolita, diversa, divertida y frenética es todo lo contrario, cuando el sol se marcha regresan los fantasmas de otra época a rondar por sus calles tenebrosas, es perpetuamente 1900. Invita a una creatividad negra, casi teatral. La iluminación, el frío, la entidad de cada barrio al anochecer convierten a Londres en un cajón de historias pasadas, presentes y futuras. Continuamente tienes la sensación de que tras doblar la próxima esquina alguien vestido como Jack en whitechapel va a sacar tus entrañas para divertimento del público general pero ese momento no llega nunca.

Te sientes seguro, pese a la oscuridad, pese al frío, pese a las riadas de personas que andan como hormigas sin cobijo bajo una lluvia persistente, fría y melodramática.

Ya sé que si decidiera trabajar allí sería muy distinto, tanto que continuamente echaría de menos todo cuanto en este momento molesta a mi yo hipersensible, pero qué pasaría si decidiera abandonar esta tierra durante unos meses y vivir a caballos entre dos siglos. ¿Mantendría mi opinión sobre este viaje o me explotaría la cabeza en un intento suicida de no formar parte de los cuatro millones y pico de personas para el cuál parece no existir remedio?

En serio, ¿donde está todo el dinero que hemos estado aportando desde años a este sistema?

Os dejo un video de regalo sobre el viaje, espero que lo disfruteis tao como yo he disfrutado del sitio.

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